6.10.10

Amar?

(...) Abatida e insegura, necesitaba más mimos que una camada de trillizos prematuros. Su distanciamiento me hacía sentir más necesitada y mi desamparo crecía conforme él se iba alejando. (...)
(...)Lo cierto es que me habia hecho adicta a David (en mi defensa debo decir que él lo había propiciado por ser una especie de hombre fatal) y ante su falta de atención cada vez mayor yo empecé a sufrir unas consecuencias facilmente previsibles. La adicción es típica en todas las historias de amor basadas en el encaprichamiento.
Todo comienza cuando el objeto de tu adoración te da una dosis embriagadora y alucinógena de algo que jamás te habías atrevido a admitir que necesitabas (un coctel tóxico-sentimental, quizá, de un amor estrepitoso y un entuciasmo arrebatador). Al poco tiempo empiezas a necesitar desesperadamente esa atención tan intensa con esa ansia obsesiva típica de un adicto. Si no te dan la droga, tardas poco en enfermar, enloquecer.. (por no hablar del odio a quien te ha formentado la adicción, pero que ahora se niega a seguirte dando eso tan bueno, aunque sabes perfectamente que lo tiene escondido en algún sitio, maldita sea, porque antes te lo daba gratis).
(...)
Mientras tanto, a tu ser amado le repeles. Te mira como si no te conociera en absoluto, como si jamás te hubiera amado con pasión fervorosa. Lo irónico del asunto es que no puedes echarle la culpa. Porque, vamos, mírate bien. Eres un asquete, un ser patético, casi irreconocible ante tus propios ojos.
Ya está. ya has llegado al destino final del amor caprichoso: la más absoluta y despiadada devaluación del propio ser.
[Comer, Rezar, Amar - Elizabeth Gilbert]


Lástima no haber leido el libro en ese momento, aunque quizas ni así lo entendía.
Que bueno es reirse ahora un poco de lo que uno dejó de ser.