Las palabras iban sonandome al oído casi como una melodía olvidada, a cada palabra una lágrima que se me escapaba.
De pronto me vi haciendo un esfuerzo por dormirme mientras pensaba cuanto habían cambiado las cosas, era cuestión de decir las palabras mágicas y que mi cabeza recuperara la memoria.
Y acá estoy otra vez, como alguien que vive a pleno una relación como si fuese de adolescentes, como alguien que no teme a lo que viene sino que disfruta el presente, como aquella Daniela enamorada de todo lo que la roza, como quien no hubiese sufrido nunca un duelo amoroso.
Una vez más entiendo que la realidad es lo que estoy viviendo y no lo que quiere mi cabeza, esta vez estoy segura que no hay nada detrás y eso se debe a que Cocinerito, me dijo las cosas más sinceras y hermosas que alguna vez sentí.
La felicidad, no cabe en mi cuerpo.
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